¿Has observado que a tu hijo/a le cuesta relacionarse, se aísla de
otros niños y niñas o evita el contacto con los demás (adultos y/o
niños/as) y se muestra angustiado cuando tiene que permanecer en
situaciones interpersonales?
La infancia es una etapa importante en el desarrollo de las habilidades interpersonales.
A estas edades, niñas y niños ponen en práctica las conductas que van
aprendiendo y observan en los demás. Si obtienen resultados deseados, es
decir, en el caso de las habilidades sociales, logran recibir atención
de los demás, mejoran sus relaciones en algún sentido, logran su
objetivo, etc, es más probable que esa conducta se repita en el futuro.
Desde la psicología se entiende que el efecto producido por la conducta
actúa como reforzamiento positivo de esta. Esto es lo que sucede por
ejemplo cuando, ante la conducta de un niño, los adultos o los demás
niños y niñas ser ríen, o le prestan atención, le escuchan, comparten
algo con él o ella, juegan a lo que ha propuesto, etc.
Sin embargo, cuando un niño recibe burlas ante sus conductas o no
logra atención por parte de los demás, siendo objeto de rechazo, el
entorno está provocando que las probabilidades de llevar a cabo esa
conducta se vean reducidas. Cuando se trata de conductas de interacción
social, puede suceder que el pequeño se vuelva más tímido y retraído. En
este momento no es difícil que el niño empiece a evitar situaciones
sociales debido a la ansiedad que le generan. Además, los adultos del
entorno, al percibir el malestar psicológico del niño, ayudan en este
proceso de evitación de conductas e interacciones. Los propios
compañeros entran también en este círculo, respondiendo por él cuando no habla,
o evitando las interacciones con él debido a la falta de respuesta del
niño. De esta manera, es el entorno el que dificulta la posibilidad de
puesta en práctica de habilidades sociales por parte del niño, impidiendo que tenga experiencias de éxito en sus interacciones.
Dependiendo de la edad del niño y por lo tanto de la capacidad que
tenga para interpretar lo que le sucede, estas situaciones darán lugar a
pensamientos negativos acerca de las relaciones interpersonales.
Estos pensamientos fomentan el aislamiento social haciendo que el niño
evite situaciones en las que se encuentre con otras personas. Además, es
frecuente que comience a formarse un autoconcepto y una autoestima negativa sobre sí mismo, al menos en lo que se refiere a las relaciones sociales.
Todo este proceso se va produciendo a lo largo del tiempo y es
habitual que existan situaciones o personas con las que el niño se
sienta más cómodo y otras con las que sienta un grado de malestar mayor.
La ayuda de un psicólogo infantil es fundamental
para analizar todo este proceso que se está dando en el niño, que desde
fuera los demás observan como excesivamente tímido. Además, los padres y
el entorno suelen necesitar una guía sobre cómo actuar para hacer que
el niño supere su problema. La terapia psicológica infantil
con niños tímidos se centra en trabajar pautas con padres y educadores,
para poder atender adecuadamente a las necesidades del niño. También se
trabaja directamente con el niño tímido, dotándole de
estrategias para superar las situaciones que le generan ansiedad, además
de modificar los pensamientos negativos asociados a las situaciones
sociales y relacionados con su autoconcepto.
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