Algunos niños y niñas muestran problemas a edades tempranas para
conciliar el sueño cuando no están junto a sus padres o figuras
significativas. Este hecho es algo que angustia mucho a los padres,
quienes ante la falta de información y la preocupación por el bienestar
de sus hijos/as, suelen optar por quedarse junto a ellos hasta que se
duerman o incluso dormir con ellos hasta edades relativamente avanzadas.
De esta manera se impide que el bebé adquiera una conducta que es
fundamental para su desarrollo, que es aprender a dormir solo.
Desde la psicología infantil es conocido que, en función de las
diferentes etapas evolutivas se espera que los niños y niñas comiencen a
realizar determinadas conductas así como la aparición de algunos miedos
y dificultades característicos de cada edad. Es importante la respuesta
del entorno, ya que debe permitir a los pequeños desarrollar las
distintas habilidades que van a requerir a lo largo de su desarrollo.
Las personas que se ocupan de su cuidado deben poner los medios,
facilitando situaciones que permitan al bebé poner en práctica cada una
de las diferentes habilidades que tiene que desarrollar. Las conductas
de sobreprotección en muchos casos suponen un impedimento al desarrollo
de aquellas.
Es habitual que los bebés se despierten por la noche durante el
sueño, al igual que sucede con los adultos. El ritmo de sueño-vigilia
está regulado biológicamente (aunque se puede influir en él desde el
entorno, mediante hábitos, ciclos de luz-oscuridad, ruidos, etc) y lo
constituyen distintos ciclos de actividad-reposo, que en el caso de los
bebés se encuentran mucho más marcados. En la sucesión de estos ciclos
durante el sueño se dan cambios de una fase a otra, donde es frecuente
que ocurran despertares. Un cambio de fase especialmente marcado es el
que se da de la vigilia al sueño. Por ello es frecuente que aparezcan
problemas de sueño en estos cambios de fase, es decir, problemas para
conciliar el sueño y problemas para mantenerlo debido a los despertares
nocturnos (o diurnos si se dan en las siestas durante el día).
El bebé tiene que aprender unos hábitos de sueño y vigilia, que van a
venir marcados por la conducta de las personas del entorno. Muchos de
los casos que llegan a consulta de niños con problemas para dormir están
originados por unos hábitos inadecuados o por cambios significativos en
el entorno. Un psicólogo infantil debe valorar estos hábitos, después
de haber descartado otro tipo de patologías (problemas de alimentación,
enfermedades, apneas, etc). Las técnicas de modificación de conducta
están encaminadas a restablecer unos hábitos adecuados de sueño y
actividad en el bebé y en la familia para lograr que este aprenda algo
que va a necesitar durante el resto de su vida. Además, con este tipo de
intervenciones desde la psicología infantil se enseñan a los niños
comportamientos adecuados, y es un modo más de establecer límites y
enseñar conductas de autocontrol, que van a ser fundamentales en el
desarrollo de otras capacidades. Por otro lado es importante trabajar la
interacción del bebé con los padres, los tiempos de juego, compartir
actividades, tiempos de descanso, separaciones, etc, ya que estas
rutinas serán las que ayuden al niño a regular su propia conducta
(ciclos actividad-reposo) y a establecer un apego adecuado con sus
padres y otras figuras significativas.
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