El
problema tiene más que ver con la ansiedad o el miedo, o incluso la
timidez, que con una alteración en el desarrollo del lenguaje. De hecho,
lo que le está sucediendo al niño se puede explicar por el aprendizaje
de la ansiedad asociado a las situaciones de comunicación con algunas
personas. Esta ansiedad no aparece con las personas cercanas porque el
niño se siente tranquilo en estas situaciones. Sin embargo, cuando tiene
que interactuar con personas nuevas, a veces incluso con los profesores
del colegio, experimenta una ansiedad tan grande que llega incluso a
bloquearse.
Desde
el entorno, los adultos suelen angustiarse al observar que el niño
sufre cada vez que tiene que comunicarse. Esto hace que cada vez se les
exija menos en las situaciones de comunicación y habla, es decir, no se
le pide que hable o en cuanto aparece algún signo de ansiedad se le
permite que escape de la situación (por ejemplo, en clase alguien
responde por él, se pregunta a otro niño, los adultos pueden responder
por él) o directamente se evita la situación (el adulto no se dirige al
niño en la conversación y no le hace preguntas directas para evitar que
sufra al tener que responder). El niño por lo tanto, lejos de mejorar,
lo que hace es evitar cada vez más situaciones en las que debería hablar
(y aprender a interactuar con otros), por lo que no tendrá la
oportunidad de tener experiencias de éxito en las que él mismo observe
que es capaz de hablar igual que otros niños.
De
hecho, el tratamiento psicológico con los niños con miedo a hablar
consiste en crear de manera artificial o buscar situaciones naturales en
las que este pueda tener experiencias de éxito en la conducta que le
genera ansiedad, que es hablar. Además es necesario que el psicólogo
infantil trabaje con padres y educadores, para que permitan al niño y
faciliten que se den estas experiencias de éxito. En muchas ocasiones,
las personas del entorno llevan a cabo conductas que limitan las
posibilidades de hablar del niño o le facilitan la evitación de las
mismas; esto sucede por ejemplo, cuando responden por él ante las
preguntas de otras personas, cuando disminuyen el nivel de exigencia de
habla al niño al ver que este sufre, etc.
Por
ello es importante la guía de un psicólogo infantil, que haga una
evaluación muy detallada de las dificultades específicas del niño y de
las situaciones en las que se da el problema, para que pueda trabajar
tanto con el niño como con el entorno, modificando las conductas de
ambos.
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